(Publicado en Expansión 6-4-17)
Hace unos días, el presidente de CBRE España, Adolfo Ramírez-Escudero, nos ilustraba en estas mismas páginas sobre cómo el paradigma inmobiliario está transitando desde el tradicional “location, location, location” hacia el locnection; es decir, la suma de ubicación y conectividad. Y de cómo este fenómeno es todavía más acusado cuando se trata de las conocidas como gateway cities; esto es, las ciudades que son verdaderos “puertos de entrada” (y salida) a los países y que, por ello, son las mejor conectadas en términos de infraestructuras de transporte, comercio y nuevas tecnologías. Huelga decir que son también estas ciudades las más visitadas y utilizadas para establecer las sedes de todo tipo de compañías.
Concluía Ramírez-Escudero que estas ciudades, en la medida en que su espacio es limitado, si quieren seguir atrayendo inversión y generando riqueza han de tener la capacidad de evolucionar y reinventarse al compás de los cambios sociales, que es lo mismo que decir que las necesidades inmobiliarias exigen una concepción de urbanismo mucho más dinámica de la que conocemos. Un urbanismo inspirado en la flexibilidad, la versatilidad y la regeneración urbana.
Casualmente, la semana pasada la consultora británica Savills hacía público el informe European Cities 2017, en el que incluía a Madrid entre las cinco mejores opciones para las compañías del sector financiero que, sin abandonar del todo Londres, van a localizar parte de sus equipos en territorio de la UE. El resto de ciudades con las que compite la capital de España son también gateway cities y, aunque Madrid tiene puntos fuertes en la comparativa, es débil precisamente en flexibilidad urbanística y tampoco es competitiva respecto al marco regulatorio general y al tratamiento impositivo.
Moratoria anulada
La semana pasada también se marcó un hito en la legislatura del Ayuntamiento de Madrid. Por primera vez todos los partidos de la oposición, incluido el PSOE, que es el que presta su apoyo a la gobernabilidad de Ahora Madrid, han coincidido en rechazar sin fisuras una instrucción que había emitido la concejalía de desarrollo urbano sostenible que pretendía introducir de matute una moratoria hotelera –y de cualquier uso empresarial– al impedir de facto la posibilidad de dar uso terciario a edificios residenciales. La iniciativa, que partió de Ciudadanos, consistió en una moción de urgencia para que el gobierno del consistorio retirara la citada instrucción, y recibió el voto favorable de toda la oposición. El PP ha ido más lejos, anunciando la interposición de un recurso contencioso-administrativo contra la directriz.
La corporación de gobierno municipal no transmite interés en la atracción de nuevas inversiones, en especial desde el punto de vista inmobiliario.
Hemos sido testigos en muy pocos meses de la paralización de sectores urbanizables, del freno y modificación de las iniciativas de regeneración urbana, y de la demonización de los alquileres turísticos, amén de un notable retraso en la concesión habitual de licencias de construcción.
Mientras tanto, en Barcelona, donde otra franquicia de Podemos también gobierna en minoría, la oposición no ha sido capaz de ponerse de acuerdo para frenar su moratoria hotelera ni el resto de acciones que reducen la competitividad de la ciudad condal y, por ende, su capacidad de generar riqueza y trabajo para sus habitantes. Nuestras dos grandes capitales, si quieren seguir jugando en la Champions League de las principales ciudades europeas, deben tener al frente gestores que entiendan bien los cambios que se están produciendo en la sociedad, la manera en que se articulan hoy día los intercambios de bienes y servicios, y la forma en la que vivimos, trabajamos o vacacionamos. En otro caso, estaremos perdiendo muchas oportunidades que, a la postre, suponen riqueza para todos.